El encanto histórico permanece, a pesar de sus villas históricas y sus calles peatonales, queda un lugar muy chic y muy discreto. Es un lugar con muchos quioscos y tiendas pequeñas, gastronomía tradicional y pequeños talleres y parques, sin embargo, es conocido como el barrio más “bobo” de París. ¿Qué quiere decir “bobo”? La palabra sale de la unión entre burgués y bohemio y lleva esa connotación altiva típica de la izquierda caviar. De todas maneras, es aquí donde se encuentran los lugares más estilosos e interesantes.

Inicien el recorrido por Parc Monceau, uno de los parques más elegantes de la ciudad: sus sauces llorones y los colores que se mezclan en el reflejo del agua les van a recordar a las pinturas de Monet. Este lugar inspiró muchas de sus obras.

Si deciden visitarlo un día sábado, pueden ir al mercado biológico de Batignolle (96 bis rue Lemercier 75017, París Métro 13 Brochant) para abastecerse de croissants, fruta fresca y exquisitas mermeladas biológicas perfectas para comer con una clásica baguette. Un “dèjeuner sur l’herbe” – desayuno sobrela hierba – es sin duda la mejor manera para disfrutar de un día de parque.

Un paseo muy lindo los llevará a descubrir rincones muy interesantes. Por ejemplo, hay una callecita muy especial: el Passage Geoffrey-Didelot, creado en 1843, es un camino pequeño muy coloreado, que preserva el aire de un pueblo de otros tiempos, y donde podrán descubrir como pintores del Atellier du Passage se entusiasmaron pintando las caras de los comerciantes y de los históricos residentes locales.

Cerca de aquí, justo saliendo del Pasaje, pueden mirar el célebre Hébertot, antes conocido como 

“Théâtre des Arts”, un lindo rincón de arte y cultura que sigue igual de activo que en 1830.

¿Les gusta ir de shopping? Apúntense las siguientes calles: Rue des Dames, Rue Legendre, Rue de Levis, Place du Docteur Félix Lobligeois y Place de Batignolles: tiendas súper hipsters se mezclan con restaurantes con gastronomías de todo el mundo y cafés informales.

Si quieren una comida de alto nivel, pero a precio razonable, prueben La Fabrique de Bouchons (17 Rue Brochant, 75017 París), un restaurante que surge desde una vieja fábrica de tapones. Cocina de temporada, creativa y, por supuesto, buenísima.